miércoles, 24 de septiembre de 2014

Las historias son como el vino

A veces las historias van cambiando con el tiempo. Un acto más heroico por acá, algún personaje nuevo por allá, una moraleja más profunda. Quienes descubrieron el libro de Cirzad tuvieron la oportunidad de darse de narices contra la pared cuando leyeron, de entre todas, la siguiente fábula:

"El panadero del Sultán, harto de levantarse antes del amanecer, pensó en huir. ¿Pero adonde? ¿Donde encontraría refugio, aunque sea durante un tiempo, hasta salir de la ciudad? Si al menos tuviese riquezas, podría comprar su camino hacia la libertad.

La idea fue creciendo, corroyendo su alma, hasta que finalmente su mente febril encontró una locura que sirvió como respuesta.
Durante mucho tiempo todas las mañanas, al preparar el pan del desayuno del sultán, preparaba también pan para los guardianes del tesoro.

Sabiendo que no podían comerlo en público, pues serían escarmentados, estos entraban junto con él al salón del tesoro. Una vez ahí, el panadero cambiaba unas cuantas monedas de oro por pan viejo que el mismo apelmazaba aún más, para compensar la diferencia de peso.

Con el tiempo, aprovechando las tardes en las que podía salir a recorrer a sus anchas, fue formando una banda, con la que recorría los caminos, trasladando así su riqueza con la excusa de robar a los demás. Para esconder su fortuna, el panadero había convencido a un mago para que encantara una cueva para que su entrada se abriera y cerrara con unas palabras secretas, que solo el y el mago conocían. Así, una vez por semana, los supuestos ladrones iban a esa cueva a depositar sus ganancias.

Cuando la cueva estaba llegando a su plenitud, el panadero consideró que era hora de liberarse de su trabajo al servicio del sultán y, con esa excusa, hizo creer al resto que estaban en peligro de ser capturados, y que debían repartirse el tesoro y dispersarse por los caminos.
Tremenda sorpresa se llevaron cuando vieron que la cueva, en la que habían acumulado tantos tesoros, se encontraba ahora vacía, completamente mermada de oro y joyas.

La banda, sospechando un engaño del panadero, quiso ajusticiarlo, pero el fue más rápido y logró huir al palacio del sultán, del cual nunca más volvió a salir."

Luego de leerlo, decidieron quemarlo. Las historias son como el vino, mejoran con los años.